Arquitectos: G Ateliers Architecture Ubicación: San Cristóbal, Medellín, Antioquia, Colombia Diseño Principal: Orlando Garcia Equipo De Proyecto: Adriana Salazar Año Proyecto: 2009 Área Proyecto: m2 Fotografías: Orlando Garcia
San Cristóbal es un corregimiento localizado en el costado occidental de las laderas de la ciudad de Medellín a lo largo del estrecho valle de la quebrada La Iguaná. Su clima excepcional lo convierte en una de las principales fuentes de productos agrícolas, especialmente de flores, hortalizas y frutas de la ciudad.
El Parque Biblioteca Fernando Botero, hace parte de un ambicioso Plan Maestro de Desarrollo, sin precedentes en la historia de San Cristóbal, orientado a revitalizar su centro urbano mediante la introducción de equipamientos culturales y de servicios, que contribuyan a satisfacer las necesidades sociales más urgentes de una población predominantemente de bajos ingresos que ha estado por mucho tiempo marginada de las políticas de inversión social por parte del Estado.
El “Genius Loci” de este territorio semi-rural evidencia una estrecha relación con el paisaje. El relieve quebrado y la empinada topografía de San Cristóbal generan una particular morfología en el centro urbano que deja al descubierto las fachadas laterales de las edificaciones y expone ventanas dispuestas de manera aleatoria, produciendo una interesante textura de “perforaciones de ciudad”. Es por esto que la lectura de oquedades o “perforaciones” que miran al paisaje son la génesis para el planteamiento del proyecto arquitectónico.
Ubicado en el centro del corregimiento, el edificio toma la forma de un voluminoso pero sereno cuerpo horizontal, anclado a la topografía. Sus proporciones establecen una condición de escala metropolitana hacia el paisaje urbano y una escala doméstica hacia el barrio. Su emplazamiento es consecuente con la dinámica del tejido urbano, en tanto genera, por el costado Norte, un boulevard peatonal sobre rastros de antiguos caminos, consolidando conexiones con futuros equipamientos urbanos; y sobre el costado Sur, una plazoleta-mirador con conexión directa al Parque principal de San Cristóbal, enmarca el acceso hacia el hall principal.
Aunque su lenguaje sugiere un evidente contraste con la espontánea y tradicional arquitectura local, las fachadas interpretan y retoman sutiles características del contexto, para generar un diálogo amigable a través del juego aleatorio de pliegues, grietas, cavidades y perforaciones.
La apariencia monolítica y hermética del edificio contrasta con su esculpido interior, en donde sorpresivas dimensiones espaciales ponen al descubierto una compleja anatomía de perspectivas y perforaciones de luz y paisaje, el cual siempre está presente desde diversos ángulos y espacios interiores del edificio.
El programa arquitectónico incluye Sala de exhibiciones, Teatro, Escuela de música, Café/restaurante, Escuela de danza, Talleres de artes plásticas, Sala múltiple y Ludoteca. Todos estos espacios se conectan entre sí por intersticios de espacio público, corredores, pasillos reproducidos a manera de galerías abiertas que permiten apreciar exhibiciones itinerantes.
La luz, la sombra y la penumbra juegan un papel protagónico en la composición física y atmosférica del interior del edificio. Todos los espacios son bañados por un concierto de luz cenital que silenciosamente desciende a través de pozos de luz desde lucernarios en la cubierta. Estas perforaciones verticales establecen igualmente conexiones visuales con los niveles superiores y revelan una trama de relaciones espaciales que enriquecen el recorrido por los espacios. A pesar de que todos los espacios gozan de iluminación natural, sus límites, bordes, esquinas y fronteras se desvanecen en la penumbra.
La Biblioteca, lugar de acogida del conocimiento y espacio de circulación de saberes, posee características de catedral. La nave central, a manera de calle interior, ordena la distribución de los espacios principales y secundarios, desde el hall principal hasta las salas de lectura, se produce una constante mutación de escalas que definen el carácter particular de cada recinto. Las salas de lectura son reproducidas a la manera clásica, con estanterías en el perímetro excepto por aberturas que dejan entrever el paisaje circundante.
La sala de lectura infantil desafía toda lógica racional y evoca un universo mágico y abstracto con cubos de colores suspendidos desde el cielo donde luminarias a manera de fragmentos de cielo con nubes intensifica el surrealismo de este espacio.
El teatro es un recinto de sobriedad inmaculada, en cuya atmósfera misteriosa irrumpe, de manera alegórica la calidez de la alfombra roja, emblema inconfundible del glamoroso y fascinante mundo de las artes escénicas.
El uso reducido de materiales y acabados construye un orden de austeridad y sobriedad. El material predominante es el revoque tradicional que recubre los espacios y a pesar de su textura rústica, la tonalidad oscura le imprime un carácter de sofisticación y elegancia.